“Cuando se vive el fin de una civilización (tal como la viven, o creen que la viven, Beckett y Bacon), la última confrontación brutal no se produce contra una sociedad, contra un Estado, contra una política, sino contra la materialidad fisiológica del hombre.” Milan Kundera
Creemos firmemente que existe un puente entre el pensamiento del filósofo Gilles Deleuze y la pintura de Francis Bacon con Samuel Beckett, en especial en la obra "Los días felices". Esta conexión es una de las guías que nos condujo durante la puesta en escena y movimiento de la obra. La importancia primera de la presencia del tiempo; la convivencia de fuerzas visibles con aquellas invisibles como la gravedad, la erosión, las temperaturas, los recuerdos y otras como las visiones de vidente de sus personajes; su planteo dramatico.
En esta obra la Puesta ya viene escrita por su genial autor, sin embargo, todo un juego de relaciones de fuerzas en el aquí y ahora de lo que pasa en el escenario, más lo que agrega la escenografía y los demás ingredientes artísticos, permite encontrarnos hoy con una obra que sigue siendo difícil, provocativa, riesgosa, con un humor especial y una crueldad amorosa sin igual, que hacen de ésta todo un desafío.
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